“ De toda la memoria, sólo vale el don plecaro de evocar los sueños”. Antonio Machado.
Partiendo de las propiedades plásticas y de la capacidad evocadora que tienen los tendeles,y que han supuesto un espacio común entre los tres componentes del equipo, se plantea este proyecto como una instalación de ocupación de lugares distintos, con la pretensión de encontrarles las energías de sus orígenes, recuperar sus memorias.
Exponer una intervención artística es un acto de exhibicionismo equiparable al de tender las ropas a la vista de todos (“Antes, la ropa tendida tenía todo un código secreto. La gente se fijaba en si había ropa interior interesante o si una determinada vecina lavaba sólo de vez en cuando, o si…”). Frescura, limpieza, intimidad, organización, belleza, singularidad, paisaje, cotidianeidad, volatilidad, sencillez… son algunas de las ideas que pueden asociarse a la contemplación de algo tan simple como una colada tendida.
El propio proceso tradicional de lavado, fabricación de jabones, aplicación de cenizas para el blanqueo, el tendido, se puede utilizar usando códigos de reconversión plástica, que en clave de un nuevo lenguaje, sea herramienta para la evocación tanto de la memoria colectiva como de la individual.
A partir de estas ideas se colmataría el espacio expositivo con tendeles de alambre sobre los que se colgarían ropas: sábanas blancas, teñidas (o doradas) todas iguales, mecidas por el aire producido por un ventilador. Sobre las sábanas blancas (o de color) se escribirían, dibujarían, frases y/o mensajes cotidianos, imágenes icónicas…
Ropa usada recogida en el propio lugar, perteneciente a sus gentes, con una organización determinada y/o aleatoria. De esta forma se podría pensar en la instalación como un archivo de recuerdos vividos, individuales o colectivos. Un visitante puede identificar su ropa y rememorar su pasado (más o menos inmediato), o la de otras personas y recuperar relaciones pasadas con terceros. Se abren infinitas posibilidades de conexión en espacio y tiempo.